Ministerio BETANIA El Vía Crucis de Betania
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Meditación Oh, Jesús,
te veo encadenado frente a Pilato, que aunque se le ha dado autoridad y poder, es un hombre débil de carácter. Tú, parado
frente a él, parece que estás sin poder y sin autoridad, esperas muy pausadamente y no protestas en nada. Tú, Señor, solamente
tienes un deseo: que se haga el deseo de Tu Padre. Respuesta Yo también
me siento condenado, Señor. Las cadenas de esta separación me pesan mucho. Lo que siempre había pensado y soñado para mí y
mi familia, ya nunca será. A veces me siento como inmóvil por el peso del dolor y la pérdida de mi hijo/a, la pérdida de todo
un futuro. Me siento solo/a, sin poder alguno. Sin embargo, Tú me prometes darme suficiente fuerza para todas mis necesidades.
Cuando yo me inclino hacia Ti, Tú me das la fuerza que necesito para hacer todas las cosas. Oración Señor Jesús,
no sé a dónde ir o qué hacer. Yo digo que confío en Ti. Ayúdame a creer en mis palabras. Muchos se olvidan de lo que es mi
dolor. Enséñame a esperar con calma, tal como Tú esperaste frente a Pilato. Yo quiero confiar en los planes de Dios para mi
vida. Enséñame a calmarme, y a pasar más tiempo en tu presencia. Ayúdame a conocer el deseo del Padre para mí y también ayúdame
a cumplirlo. Lectura:
2 Corintios, 12;9 "Pero él me
dijo: 'Mi gracia te basta, que mi fuerza se muestra perfecta en la flaqueza'. Por tanto, con sumo gusto seguiré gloriándome sobre todo en mis flaquezas, para que habite en mí la fuerza de Cristo".
SEGUNDA
ESTACION Jesús
acepta la Cruz Meditación Jesús, veo
Tu cuerpo fatigado tratando de cargar esta Cruz. Tus deseos son los del Padre, y eso te da la fuerza, pero como eres también
humano, estás cansado y se te hace dificultoso. Tu carga es muy fuerte, y con gusto cargas esta Cruz ya que en tu corazón
tienes el deseo de obedecer. Respuesta Me siento
cansado/a, Señor. He usado tanta energía deseando que mi situación no fuera como es, recordando ese pasado, negando el presente.
Se me hace tan difícil, Señor, aceptar la cruz de mi pérdida. No resisto esta situación en que me encuentro. En verdad, Señor,
yo no me siento ni a gusto conmigo mismo/a. ¿Crees, Señor, que debo yo también decidir cargar esta cruz contigo? Oración Enséñame,
Señor Jesús, a abrazar la cruz como Tú lo hiciste, confiando en que el Padre nunca permite en nuestras vidas lo que no podemos
cargar. Permíteme ver al Señor claramente y obedecerlo. Cuando me siento débil, Señor Jesús, enséñame a mirarte. Ayúdame a
reconocer dentro de mi corazón que, aunque yo esté fatigado o abrumado, siempre soy una persona llena de amor. Lectura:
Hebreos 12:2 "...fijos los ojos en Jesús, el que inicia y consuma la fe, el
cual, en lugar del gozo que se le proponía, soportó la cruz sin miedo a la ignominia
y está sentado a la diestra del trono de Dios".
Meditación: Veo tu dolor, Jesús. El peso incontrolable
del pecado causa que te caigas. Pero esa caída, Señor, no es reconocida. Las crucifixiones son comunes en Jerusalén; 18 ó
20 personas son crucificadas a diario y tal parece que a las personas no les importa. El pueblo vende y compra en el camino,
y los negocios se mantienen como si nada estuviera pasando. La multitud está indiferente. Respuesta: Hoy, Señor,
hay tanta violencia, tantos accidentes, tantas enfermedades. Las familias sufren tanto, esposos y esposas, abuelos, tíos,
primos, sobrinos y sobrinas, hermanos y hermanas. Tantas relaciones con dolor y, sin embargo, las amistades y hasta familias
en muchas ocasiones lucen indiferentes. Ellos dice que les afecta, pero ellos también están ocupados cargando sus propias
cruces. Muy pocos escuchan mi dolor. ¿Cómo es posible que no se den cuenta de la carga que es mi cruz? ¿Cuántas veces me siento
incomprendido/a? ¡Es que hasta la Iglesia muchas veces no me comprende! Dentro de mí, en un lugar muy privado, me siento solo/a
y tan apesadumbrado/a. Oración: Ven, Señor Jesús. Camina conmigo en mi
soledad. Enséñame a aceptar las debilidades humanas. Nunca soñé que experimentaría tal dolor. ¡Qué indiferente yo era con
aquellos que yo creía debían salir del dolor y comenzar a vivir de nuevo! Perdóname, Señor, por no comprenderles. Enséñame
a no juzgar y también a perdonar a los que ahora parecen indiferentes a mi dolor. Con todo tu sufrimiento, tú comprendías
el dolor de otros. En el medio de mis heridas, Señor Jesús, te pido el don de la compasión.
Oh, Jesús.
Te veo frente a frente con Tu madre, María. En Su vientre creciste y juntos trajeron al mundo un regocijo inmesurable. Ahora,
mirándola a los ojos, Tu Cruz se convierte en su Cruz. Tu dolor se convierte en su dolor y, aunque su corazón está destrozado
y su alma agoniza, Ella no habla. Hay un gran silencio. ¡Cuán impotente
se tiene que sentir la Virgen! Yo también me siento impotente, Señor. Toda mi familia sufre este dolor. Mi corazón se parte.
Dime, Señor: ¿están todos los corazones de ellos partidos como el mío? A veces me pregunto, ¿estoy tan centrado en mi dolor
que realmente no veo el de mis otros hijos, el de mis familiares? No tiene sentido, Señor... Tantos corazones rotos. Oración: Enséñame,
Señor, en estos momentos tan difíciles, a ser fuerte y cariñoso/a con el resto de la familia. No permitas que me consuma el
dolor de una forma que no vea el dolor de ellos. Enséñame, Señor, cómo compartir nuestros sufrimientos como Tú y la Virgen
María. Señor Jesús, venimos a Ti para que repares nuestros corazones heridos. Venimos buscando que nos sanes. "...él sana
a los de roto corazón, y venda sus heridas". ¡Oh, Jesús!
Veo cómo tus fuerzas te abandonan poco a poco. Los soldados obligan a Simón a ayudarte. Este es el momento más importante
en su vida. Sin embargo, Simón resiente el mandato. "Si yo hubiera trabajado hasta más tarde en el campo, no hubiera tenido
que cargar esta cruz". El busca excusas y razones, y se pregunta: ¿Por qué a mí, Señor? Respuesta: Yo también
me pregunto: ¿Por qué a mí, Señor? Yo no quiero estar sin mi hijo/a; duele mucho. Nuestra familia ahora es diferente. A veces
no tiene ni sentido. Mis otros hijos se sienten confundidos y a veces hasta quisiera perder la paciencia, aunque trato de
controlarme con ellos. Tal me parece que estoy perdiendo la cabeza, que me estoy yendo en aguas turbulentas, confundido/a,
sin propósito alguno, sin ningún plan. ¿Cómo puedo encontrar significado en mi vida, en el medio de todo ésto? Mi fuerza,
mi energía, como la tuya, Señor, se me está yendo. Oración: En el medio
de mi confusión, Señor, enséñame a venir a Ti. Tócame, Señor, sáname. En estos días en que todo parece salirme mal, cuando
me siento deprimido/a, lleno/a de lástima por mí mismo/a, dame la visión que necesito para ver que quizás con el tiempo, esta
situación será para mí como fue para Simón, lo que me ayudó en mi crecimiento espiritual. No importa cuán profundo es mi dolor,
ayúdame a confiar en Ti, que uses mi dolor para mi desenvolvimiento en otros lares. Yo sé que Tú haces por mí lo que me va
a hacer mejor persona. Quiero continuar confiando en ese plan perfecto que tienes para mí. Lectura:
Romanos 8:28 "Por lo demás,
sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han sido llamados según su designio". Meditación: ¡Oh, Jesús! En lo que continúas hacia el
Calvario, veo tu faz llena de sangre, la Verónica reconoce tu belleza interna y toca tu faz con gentileza. Tus ojos y tu corazón
se unen en gratitud y aprecio, y dejas Tu imagen en su manto. Respuesta: Tú nos has creado en Tu imagen, Señor,
y nos invitas a perfeccionarnos. Yo deseo tanto ser como Tú, fuerte pero al mismo tiempo en paz y lleno/a de gentileza. Pero
Señor, me siento vacío/a, que no te merezco. No veo nada en mi interior que valga la pena. Desde que mi hijo/a no está conmigo
me siento casi como un inválido/a. Oración: Oh, Señor Jesús, guíame. Cada persona que
encuentro en mi vida eres Tú buscando mi amor. Abre mis ojos para que pueda encontrar cuán especial soy. Enséñame a amar como
Tú amas. Bendíceme, Señor. Por favor, permite que yo sienta Tu presencia dentro de mí. Enséñame a amarme y atesorarme, enséñame
de nuevo a sonreír, permite que yo mismo/a me perdone por lo que pueda haber sido un fallo en nuestra relación de padres e
hijos, y que sólo me recuerde de aquellos momentos felices. Lectura:
Mateo 25:40 Meditación: De nuevo haz
caído, oh Jesús mío. ¡Cuán pesada es tu Cruz! Tu dolor y Tu fatiga son ignorados: el pueblo se ríe y se burla mientras Tú
continúas la jornada. Estas personas no son diabólicas; es que ellas no quieren hacer el tiempo por alguien que se está cayendo.
Y mientras Tu cuerpo fatigado da traspiés, Tú tomas una decisión: te levantas y continúas el camino. Respuesta: Me siento
tan abrumado/a, Señor. Mi carga, como la tuya, también es ignorada por casi toda la comunidad. Cada día me encuentro con nuevos
problemas, cuando me levanto después de pasar una dificultad, una nueva se presenta. Tal parece que es imposible recuperarse. Oración: Gracias, Señor
Jesús, por enseñarme cómo caer. Gracias por permitirme un fiasco más, especialmente de los que creo no podría tolerar. Tú
eres tan bueno, Señor; dame la fuerza para aceptar la cruz de mi pérdida, a perseverar durante estos momentos de dolor. Mi
decisión es el permitir que esta cruz pase por mí, o cargarla como Tú. Ayúdame a ver que Tú estás sufriendo conmigo, que Tú
eres abandonado tal como yo me siento. Tú lloras conmigo y juntos, Señor Jesús, Tú y yo podemos cargar la cruz. Lectura:
Mateo 11:28 "Venid a mí
todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso". Meditación: ¡Cuánto amor
sienten las mujeres por Ti, Jesús! Ellas caminan a Tu lado, lamentándose de Tu destino. También te traen vino, que está disfrazando
la mirra, el analgésico, para que uno de los soldados te lo ofrezca. Tienen tanta compasión, pero Tú les dices: "Lloren por
ustedes y por sus hijos". (Lc. 23:28.) Respuesta: En tu dolor
profundo, Señor, te preocupas por las necesidades de los otros; me maravillo de Tu interés por la humanidad. Tú sabes cuánta
ansiedad y cuánto dolor causa el perder un/a hijo/a. Me siento tan triste, Señor; necesito llorar, y siento tus brazos alrededor
de mi cuerpo, y cómo lloras conmigo la pérdida tan trágica de mi hijo/a. Oración: Gracias, Señor,
por tu compasión, por tu comprensión a mi tristeza. Oh, amante herido, enséñame cómo alcanzar a mis padres, a mis hijos, a
mis amistades. Abre mi corazón y mis oídos a las necesidades de ellos. Sana la relación entre nosotros, y guíame a hacerle
reverencia a este bregar que tengo con mis relaciones personales. Cuando me sienta que ya no doy más, dame la gracia de perseverar. Lectura:
Hebreos 12:3, 12 "Fijaos en
aquel que soportó tal contradicción de parte de los pecadores, para que no desfallezcáis faltos de ánimo.Por tanto, levantad
las manos caídas y las rodillas entumecidas..."
Meditación: Has perdido toda tu energía, Señor Jesús.
Ya no tienes casi ni fuerza, y de nuevo caes bajo el peso de la Cruz delante de la multitud. Pero en el medio de Tu dolor,
todavía quieres hacer el deseo de tu Padre. Una vez más, escoges levantarte y continuar tu jornada. Respuesta: ¡Me siento
tan débil, Señor! Mi corazón está destrozado. Las cosas son tan diferentes ahora. Me preocupo por todo, por la casa, por los
otros hijos, por las finanzas. Tantas veces me siento como que no doy más, y de vez en cuando quisiera irme lejos, lejos. Oración: Señor Jesús,
gracias por el regalo que nos has dado de libertad. Ayúdame a doblegar mis deseos y hacer los de mi Padre, como Tú lo has
hecho. Enséñame obediencia, ayúdame a no darme por vencido/a, sino a perseverar; ayúdame a reconocer que contigo todo es posible.
Cada vez que caigo, dame el coraje que necesito para levantarme de nuevo en la batalla que tengo conmigo mismo/a para poder
comenzar mi vida de nuevo. Yo te pido, Señor, la fuerza para poder escoger el seguir Tu ejemplo. Lectura:
Filipenses 3:13 "Yo, hermanos,
no creo haberlo alcanzado todavía. Pero una cosa hago: olvido lo que dejé atrás y me lanzo a lo que está por delante..."
DECIMA
ESTACION Meditación: Tú eres Divino
y, sin embargo, estás sufriendo como un ser humano, desnudo y tan vulnerable, Señor mío. Tu cuerpo está herido y enllagado,
tu espalda golpeada y lacerada. Cada minuto trae más dolor para Ti, pero con cada espasmo de ese dolor, Tu cuerpo desnudo
continúa haciendo el deseo de tu Padre. Respuesta: Yo también
estoy desnudo/a, Señor. Mi cuerpo y mi alma están llenos de dolor, me siento violado/a. Lo que tanto he valorado en la vida,
los hijos, y ahora tengo que sufrir esta pérdida: mis familiares y amistades no pueden comprender. A veces, Señor, yo mismo/a
no entiendo cómo esto me ha pasado. Me siento atemorizado/a y con una gran soledad. ¿Crees, Señor, que algún día esta herida
será sanada? Oración: Señor, yo
sé que Tú nunca pides de mí algo que Tú mismo no hayas experimentado. Dame el coraje de poder pararme erecto/a en mi desnudez
y vulnerabilidad. Líbrame de mis ataduras, desnúdame de estos deseos de tener mi hijo/a a mi lado, de ese amor que tanto llenaba
mi vida. Quita de mi mente esos pensamientos de resentimiento hacia una sociedad que sólo piensa en sí misma y no en el dolor
de los demás. También a veces pienso que hasta la Iglesia se olvida de mí. Enséñame a perdonar a todos los que no me comprenden.
Gracias, Señor, por Tu amor, que hace posible el perdón en medio del dolor. Lectura:
I Pedro 5:7 Meditación:
¡Oh, Señor Jesús! Tengo escalofríos al ver la tensión y el sufrimiento frente a mí. Cada uno de tus órganos, cada nervio,
cada célula de Tu cuerpo agoniza en un dolor inmesurable. Aquellos que te aman, te torturan; con los golpes del martillo perforan
los clavos en Tus manos y Tus pies. El salmista nos da Tus palabras: Soy como el agua que se vierte, todos mis huesos se dislocan,
mi corazón se vuelve como cera, se derrite entre mis entrañas. Respuesta:
Siempre pensé que nos iríamos nosotros primero, que mi hijo/a estaría aquí mucho más que nosotros, y el momento llegó donde
me he tenido que separar de él/ella. Mi cuerpo también sufre, Señor. Por la tortura de esta muerte he perdido peso, el estómago siempre está irritado, no
me puedo concentrar. Mi temperamento está cambiando, tengo dolores de cabeza y casi a veces no puedo ni dormir, es un dolor
muy, pero muy profundo, Señor. Las responsabilidades, la casa, mi cónyuge, los otros muchachos, y hasta el trabajo en la calle,
el teléfono, todo esto es como un golpe del martillo. Oración:
Señor Jesús, enséñame el valor que tiene el sufrimiento, enséñame a unir mi dolor con el Tuyo. Enséñame en mi vida diaria
a aceptar la batalla de esta cruz, ayúdame a no tratar de escaparme de ella. Enséñame cómo me puede traer a una nueva vida.
Busca en mi corazón y arranca de raíz la amargura. Yo quiero estar muy cerca de Ti. Te necesito, Señor. Lectura: Juan 16:20 Meditación: Todo ha terminado. En tu último suspiro, tú pides perdón para el mundo, clavado en la Cruz, con Tus brazos abiertos
para abrazarme y Tu cabeza doblada para besarme. En mi corazón, oigo Tu susurro: Yo sé tu dolor en estos momentos. Yo sufro
y muero por ti. Respuesta:
También para mí es como si todo hubiera terminado, Señor. Mis años de persona alegre han finalizado. ¡Cuánto necesito el apoyo
de mi Iglesia, necesito consuelo, necesito que recen conmigo! Me siento solo/a, Señor, tan solo/a... Oración: Señor Jesús, me rindo, me entrego todo/a a Ti. Has conmigo lo que quieras: te doy mi dolor, mi corazón sin vida, te
entrego mi pasado, mi presente, mi futuro. Enséñame a vivir cada día, recordando que Tú me llevas en la palma de tu mano.
Tú me instruirás y me enseñarás el camino. "Pilato sentenció que se cumpliera su demanda". Meditación: José, el hombre bueno de Arimatea, baja Tu cuerpo de la Cruz. María, tu madre, una
vez más te sujeta en sus brazos. ¡Qué gran diferencia de cuando estaba en Belén! ¡Qué duro es el perder a alguien querido!
En lo que Ella llora Tu cuerpo sin vida, se da cuenta de la paz en Tu rostro. Su corazón destrozado reconoce cómo Tus brazos
están abiertos para recibir a toda la humanidad. Respuesta: Me siento triste, Señor. El perder un/a hijo/a que tanto he querido duele mucho. ¿Cómo
podré encontrar paz? ¿Podré yo solo/a salir de esto? ¿Tendré fuerzas para enfrentarme de nuevo a las responsabilidades con
mis otros hijos, con mi cónyuge, dándole el frente al hogar, hasta de volver a trabajar? Me siento ansioso/a, Señor, me siento
muy inseguro/a. Oración:
Oh, Señor Jesús, déjame sentir Tus brazos alrededor de mi cuerpo, bien cerquita. Señor, permite que Tu toque suave me traiga
paz en el medio de mi confusión. Permite también, Señor, que todo Tu poder sane mi mente y mi cuerpo, y me haga de nuevo en
Tu totalidad. Tú fuiste enviado para liberarnos, Señor Jesús, y con libertad para aceptar Tu invitación de paz y amor. Déjame
confiar, permíteme alcanzar y tocar a otros. Enséñame a vivir de nuevo. Lectura: Juan 14:27 "Os dejo la paz, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo.
No se turbe vuestro corazón ni se acobarde". DECIMOCUARTA ESTACION Jesús es enterrado Meditación: Tu cuerpo, Jesús, es colocado en una tumba que está vacía. Una roca muy grande ponen a la entrada. Juan, tu madre y
algunos amigos están allí. ¡Ellos tenían tantos planes contigo, Señor! Tú les demostraste tanto amor y preocupación, hiciste tantas cosas buenas y maravillosas. ¡Si sólo hubieras podido
vivir un ratito más, si muchas personas te hubieran escuchado! Las personas aquí, frente a Tu tumba, están enterrando un cuerpo
que ya no tiene vida, pero es que ellos no han podido comprender que están plantando la semilla de una NUEVA VIDA. Respuesta: Me siento vacío/a como la tumba, estoy lleno/a de privaciones. Así es como he planeado mi vida, y si mi hijo/a no se
hubiera ido... Todo se me ha acabado, está enterrado. Pero una nueva vida tengo y debo comenzar; una nueva vida y un nuevo
comenzar no siempre es fácil. Señor Jesús, enséñame a vivir el misterio de la muerte y la resurrección. Enséñame a escoger la vida momento a momento.
Enséñame a desaparecer los "si yo..." de mi vida. Enséñame a ser paciente con todo lo que no se ha resuelto todavía en mi
corazón. Durante este tiempo de transición, Señor, dame el juicio que necesito, y que reconozca bien hondo en mi corazón que
todo lo que está mejorando en mi vida es de acuerdo a los planes del Padre. Lectura: Filipenses 3:18 "Porque muchos viven según os dije tantas veces, y ahora os lo repito con lágrimas, como enemigos de la cruz de Cristo..."
Cuando
las mujeres vinieron a la tumba, se encontraron que la roca que la cubría había sido movida. Un hombre vestido de blanco las
asustó con el saludo. "¡No se sorprendan! ¿Están buscando a Jesús de Nazaret, al que crucificaron? El ha resucitado, no está
aquí. Miren: éste es el lugar donde lo enterraron". Respuesta: Aquí, en la tumba, la muerte es asfixiada por la victoria. ¡EL SEÑOR JESÚS ESTA VIVO! El puede cambiar mi vida, aceptando
su Cruz como el camino a la resurrección, a una nueva vida. Jesús nos revela un Dios misericordioso y lleno de amor, un Dios
a quien los cielos no pueden contener Sus deseos de comunicarse con nosotros. Por esta pérdida de mi hijo/a viene una gran
llamada: Jesús me llama a una conversión, a una unión más íntima con El. Me llama a la vida; una vida con regocijo, como es
la del Señor, será una vida en abundancia. Oración:
Oh, Dios y Señor, por Tus heridas he sido sanado/a. Ya no hay una muerte permanente para mí porque Tú eres el Camino, la Verdad
y la Vida. Señor, por tu Cruz y Resurrección me has librado del temor, de la depresión, del resentimiento y hasta la falta
de perdón. Me has librado de las cadenas que me atan, de todo aquello que me impide una vida nueva. El mismo Espíritu que
a Ti te permitió levantarte de la muerte, también está dentro de mí. Señor Jesús, por el poder del Espíritu Santo, yo deseo
VIVIR. Lectura: Juan 11:25-26 |
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