Ministerio BETANIA Abril 2002
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La vida retoña en la
primavera quizás de una manera muy apasionada. De momento todas las matas comienzan a tener botones, los campos se ponen todos
verdosos, parecen como pinturas de valles victorianos. Pero hay una realidad, y es que esta
explosión no vino calladamente; hubo como una erupción de vida que también está unida a la muerte. Todos bien sabemos que
aquello que brota en la primavera, muere en el otoño o en el invierno. Estos campos que ahora lucen tan verdes como la esperanza,
más adelante se pondrán carmelitosos y grises, las flores dormirán y los pajaritos dejarán también de cantar. La puesta
del sol llega tal como llega la caída, que no deja saber que de nuevo habrá un nacimiento a la mañana siguiente. Para nosotros los católicos y cristianos, nos toca muy de cerca el ritual
más maravilloso de la primavera, el ritual en el que celebramos el renacimiento de la naturaleza, el triunfo de la vida sobre
la muerte. Esta es la Pascua Florida, la Resurrección de nuestro Señor Jesús. Esta Resurrección nos deja saber algo que es difícil para nosotros los
humanos comprender, y es el Misterio. "Podemos soñar con lo imposible, desear lo que nunca pensarías alcanzar y cuando
todo éso llega a terminar realizaremos que lo que nuestro Padre Celestial ha preparado para nosotros, estará solo comenzando,
ya que "no hay ojo que haya visto, no oído que haya escuchado, ni ha entrado en el corazón del hombre lo que Dios tiene preparado
para todos aquellos que lo aman". Un libro del Padre Andrew Greeley, de la Arquidiócesis de Chicago, nos
describe cómo el mensaje que trae la mañana del domingo de Resurrección es que la vida quizás sea casi un desastre pero que,
en el último segundo, la tragedia de la vida humana se convierte y le da un final maravilloso a la existencia de la persona
y a la raza humana. Solamente al unir nuestro sufrimiento con el de El a los pies de la
cruz es que entonces podremos tener la esperanza de sanar. No hay Resurrección si antes no hay un Calvario. Es nuestra oración por cada uno de ustedes en la gran familia de
BETANIA, que puedan experimentar en la Pascua de Resurrección la paz que viene de Nuestro Señor. Paz a nuestros corazones, paz para todos en nuestra familia, paz en
nuestro mundo. Amén.
©2002, E.M. Syfert. Todos los derechos de autor reservados.
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