Ministerio BETANIA Agosto 2004
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Más unidos que nunca |
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Este mes me gustaría dedicar este boletín a los matrimonios de Betania. Una de las cosas que me ha preocupado
siempre es cuando solamente uno de los padres asiste al grupo, ya que estoy segura que el que se quedó en casa está sufriendo
tanto como el que vino buscando consuelo y aceptación del dolor de perder un hijo/a. Cuando los veo llegar al grupo sin su pareja siempre pido al Señor que le ayude a superar juntos el dolor.
Sabemos por investigaciones hechas por los Centros de Dolor y Pérdidas que la muerte de un hijo/a puede separar a una
pareja. La mejor de las relaciones es puesta a prueba cuando pasan por un dolor tan profundo. Cuando más se nece- sitan, cada
uno por separado se absorbe tanto en su propio dolor que la comunicación se pierde, y se aislan, y ni la familia ni las amistades
saben qué hacer o qué decir. El desconsuelo es tan grande que trae una mezcla de sentimientos que los apartan de todo lo que
los rodea. Están tan centrado en su pérdida que el mundo externo parece estar muy distante y se hace muy difícil escuchar
lo que les dicen, y más difícil aún, conectarse con los demás. En estas circunstancias hasta padres con una profunda fe tienen problemas. Se sienten
culpables de que su fe no sea lo suficientemente fuerte y en algunos casos están molestos con Dios porque le Aha quitado su hijo/a.@ En algunos casos se
sienten abandonados por Dios y con mucha ira contra El. Lo ideal es ser sinceros y poder expresar lo que pensamos o sentimos. En vez de censurarnos por no llenar las expectativas
que tenemos de nosotros mismos es mejor llegar a la conclusión de que la muerte de nuestro hijo/a no tiene sentido. En estas
circunstancias es bueno compartir nuestra propia confusión con el Señor en la oración, y si ni siquiera podemos orar con palabras,
tratar de aceptar que el Señor está con nosotros aunque no lo sintamos. No olvidemos que en los momentos más difíciles, no
importa cuán profundo sea nuestro grito de dolor, la acción del Espíritu Santo está trabajando en nosotros. En el fondo del
pozo más hondo siempre encontraremos una piedra en donde podremos pararnos. En nuestro humano pensar siempre está la pregunta: )Cuál
es la razón para que él/ella se haya ido antes que noso-tros? Quizás hayan sido pocos los años que estuvo con nosotros, pero
vivieron rodeados de amor y nos dieron mucho amor. Por eso le damos gracias a Dios, aunque a la vez no entendamos su partida.
No creo que Dios quiera que nuestros hijos sufran enfermedades terminales o tengan accidentes. El mundo fue creado por Dios,
y como seres humanos somos vulnerables a gérmenes y virus. También vivimos en un planeta y estamos expuestos a la naturaleza.
Eso es parte del misterio de la vida. La vida aunque preciosa es también muy frágil. Somos hijos de un Dios que quiso encarnarse
y venir a este mundo como un pequeño bebé. Dios nunca está lejos, ni distante. Siempre está presente en nuestra fragilidad
y en nuestro sufrimiento. El escucha y comparte nuestra vulnerabilidad. )Y es esto un consuelo para
nosotros? La vida está llena de preguntas sin respuestas, y es ahí don entra en juego nuestra fe. Sí sabemos que Dios en su
infinita misericordia fusión de sentimientos y emociones. Y así como María al pie de la Cruz, viendo agonizar
a su Hijo con una muerte está ahí con nosotros, al mismo tiempo que experimentamos una gran confusión de sentimientos y emociones. Y así como María al pie de la Cruz viendo agonizar a su Hijo con una muerte tan humillante, lloraba,
así también nosotros lloramos. Lo que tenemos es que estar bien conscientes de no excluir de nuestro dolor a nuestro/a compañero/a, de no perder la
paciencia cuando llegamos a la casa y nos encontramos que ha estado llorando por sentirse culpable de no haberle protegido
más o haberle dado más consuelo. En pocas palabras, esforzarnos para darnos mutuamente el apoyo emocional que necesitamos
en estos momentos más que nunca. Y en esos meses que parecen años, nosotros, padres y madres unidos, intentaremos comprender en la medida de lo posible
los caminos de Dios, que a veces nos resultan tan incomprensibles.
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