Ministerio BETANIA

Septiembre y Octubre 2004














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Compartiendo Nuestra Oración

"Yahvé está cerca de los que tienen roto el corazón." Salmo 34, 18
















            Han pasado tres aZos desde aquel martes 11 de septiembre cuando camino al trabajo oímos los gritos de todos aquellos que murieron en el transcurso de una hora a manos de fanáticos que lamentablemente no tienen gran respeto a su Dios, y no han pasado muchas horas desde que otros fanáticos han acabado con la vida de miles de familias en Rusia, en nombre de ese mismo Dios.

 

            Sin embargo, nosotros los cristianos sabemos que nuestro Dios escucha el llanto de todos los que se sienten oprimidos. El no se hace sordo al gemido del huérfano, y estamos seguros que tal como nos dice el salmista: “Ellos gritan y Yahvé escucha y los libra de sus angustias. Yahvé está cerca de los que tienen roto el corazón; El salva a los que están hundidos.” (Salmo 34, 18-19).

 

            ¡Cuántas veces hemos oído y repetido estas frases y no las asociábamos con nuestras vidas! Después del 11 de septiembre y de haber pasado por nuestra pérdida la respuesta es que somos nosotros los que hemos cambiado. Ahora leemos estos versículos y decimos: “Este soy yo. La Palabra de Dios se dirige directamente a mí.”

 

            Estas palabras nos describen la profundidad del corazón humano y es por eso que son sagradas. Todo aquello que toca lo más profundo del corazón es sagrado y nos damos cuenta que Dios nos miraba cuando inspiró al salmista a escribir estos versos. Y esta palabra siendo muy antigua, y para nosotros muy nueva, nos hace comprender que  no estamos solos. Dios no nos ha dejado solos. Es más, en esos versículos podemos ver cómo estamos unidos al resto de la humanidad que experimenta un corazón partido, un desgarrante dolor. Ya no vamos a consolar al que sufre. Nosotros nos hemos convertido en los que sufren. Pero como dijimos antes, no estamos solos, y si nos permitimos ser comprendidos, esa compasión y esa comprensión se convierten en parte de nuestra sanación. Es el vivir en la presencia del SeZor, con o sin las respuestas que antes pensábamos que necesitábamos.

 

            Hemos podido comprender el significado de la Cruz. Aquí frente a nosotros está el Hijo de Dios, redentor de ese mismo pueblo que lo maltrata, lo humilla, y que sus insultos le traspasan el corazón. Y, ¿qué hace El? En si-lencio acepta su dolor y su cruz, porque sabe que al final habrá regocijo. Sabía que ese dolor abriría las puertas del cielo para todos. Y el pensar que todos podrían estar en la casa de su Padre y en su presencia era más que suficiente para asumir ese dolor.

 

            Por eso, si mantenemos nuestra mirada fija en Jesús, en su pasión y crucifixión hasta derramar lágrimas y sen-tir arrepentimiento, podremos reconocer el amor incondicional que El nos tiene a cada uno de nosotros en la misma forma que durante su pasión El mantenía sus ojos en el Padre. Todas las generaciones serían sanados por sus heridas y llagas.

 

Y a todos los que rechazan su amor, su misericordia y su perdón El sigue mirándolos y esperando su conversión.

 

            Vamos nosotros, los padres y madres de Betania, que hemos pasado por el dolor de perder un hijo, una hija, a rezar por todos esos fanáticos de un Dios que no conocen, y que tanto dolor han ocasionado en nuestra nación y alrededor del mundo. Que ellos puedan reconocer en su momento al Dios de amor y compasión que tanto amamos, y así podrán pronunciar el nombre de Jesús. Entonces arrepentidos también ellos reconocerán el amor incondicional del Padre. Amén.

 

AVISOS

* Debido a cambios de horarios en la parroquia de St. Brendan, el grupo Betania,comenzará sus reuniones los primeros miércoles de mes a las 7:00 de la noche y terminarán a las 9:00.

 

* La próxima reunión será el 6 de octubre y ese día nos visitará el nuevo Director de Vida Familiar de la Arquidiócesis el P. Eduardo Jiménez.

Digamos presente esa noche a las 7:00 de la noche.
















Elaine Syfert