Ministerio BETANIA Diciembre 2004
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Una Nueva Navidad Una nueva Navidad, un aZo más
de sentir esa sensación tan extraZa de que
nuestro corazón no está aquí,
que parte de él se fue al cielo. Quizás sea esa la
razón por la que ya no le damos importancia a muchas cosas. Sabemos bien que no vamos
a regresar a la "normalidad." La vida estará llena de paz, felicidad, amor, tristezas,
pecado y recon-ciliación, pero no habrá regreso a
la "normalidad." La realidad ha cambiado. Nuestra visión sicológica
y espiritual ha cambiado. Hemos adquirido una sabiduría de la vida que nunca antes tuvimos.
Sentimos que una parte de nuestro ser se ha resquebrajado, y como consecuencia sentimos de una forma diferente. Vemos las
cosas de distinta manera y sabemos que todo es distinto. Lo peor que le puede pasar a un padre o a una madre nos ha tocado vivirlo. Sin embargo, nuestro Dios ha cumplido
su palabra: El nos sana y continuará sanándonos. Ahora
sabemos lo que antes no sabíamos. Ahora sabemos lo que es estar sanado y al mismo tiempo
estar sufriendo. Sabemos que Dios está con nosotros y para nosotros. Por muchas horas, días y aZos
fuimos bendecido con el regalo tan especial de nuestro hijos. Pero esta experien-cia por la que hemos pasado ha acercado más a nuestras familias. Hemos podido valorar más el tesoro
que tenemos en nuestros amigos y amigas. El sufrimiento nos ha hecho capaces de abrir los ojos al dolor que nos rodea y nos
ha hecho ser compasivos y comprensivos, y ha despertado en nosotros el deseo de ayudar. También
nos hemos acercado al SeZor en una forma que antes pensábamos
que nunca sería posible. Vivimos con nuestra pérdida. No lo negamos. Está ahí, unas veces la sentimos más que
otras. Tenemos mo-mentos de muchos bríos, y otros más
tranquilos. Y esos momentos familiares como los que pasaremos este mes con las fiestas navideZas nunca más estarán completos; los
albumes de fotografías nunca estarán completos, pero
con la gracia de Dios cada aZo es poco mejor que el anterior y le damos gracias
a Dios porque nos ha ayudado a encontrar paz. Seguimos viviendo no a pesar de nuestro dolor, sino con nuestro dolor. Podemos cantar, podemos bailar, reir,
con un vacío en el corazón, pero podemos hacerlo.
Es más, podemos hasta alabar al SeZor. Esa
es la gracia de la sanación. Y esto no quiere decir que nuestro amor y la nostalgia por
ellos ha disminuido, al contrario, los honramos cuando lo que queda de nosotros es para Dios y la vida que nos sigue regalando
la disfrutamos con abandono, recono-ciendo que nada , ni siquiera la muerte, puede separarnos de aquellos a quienes amamos. Antes de la Misa de Nochebuena, la Misa de Gallo, en muchas parroquias cantan villancicos. En una de las
estrofas de Joy to the World dice que en medio de la injusticia Jesús vino, y convirtió la Navidad en el nacimiento de la esperanza. Jesús se
encarnó para redimirnos del pecado. Y en cada misa durante la consagración del pan y el vino convertidos en el Cuerpo y la Sangre del SeZor
nuestra esperanza se renueva, y cantaremos villancicos y una vez más uniremos nuestras
voces a la del salmista y alabaremos al SeZor. Que tengan una Navidad junto a sus familias, llena del amor que Jesús
vino a traernos, y que el nuevo aZo 2005 les traiga salud y paz. CariZos, Elaine Syfert
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