Ministerio BETANIA

Abril 2005














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INDICE

 TESTIGOS DE LA ESPERANZA

            La vida es una mezcla de ingredientes diversos como sucede en la confección de las recetas de cocina. La experiencia cristiana no está excenta de ello pues la misma se realiza dentro de nuestra naturaleza humana. Dios en Cristo se encarna en las entraZas virginales de María y se hace hombre igual a nosotros en todo menos en el pecado. Ese Dios que se hace hombre para que el hombre se haga Dios, se entrega por nosotros y resucita por nosotros abriéndonos las puertas de la vida sin fin. Ese es el fundamento de nuestra esperanza.

 

            Estamos celebrando el tiempo pascual, en marcha hacia el encuentro gozoso con el Espíritu Santo en la Solemnidad de Pentecostés. Nunca paramos los cristianos de movernos: todo es un andar dinámico en el misterio renovador de nuestra fe. En Cuaresma marchábamos hacia la Pascua; en Pascua marchamos hacia Pentecostés. Y como decía antes, nuestra vida es una combinación de muchos ingredientes. En este tiempo, en estos momentos estamos viviendo en el gozo pascual, el dolor de la partida de nuestro Santo Padre Juan Pablo II, gran testigo y profeta de la esperanza y al mismo tiempo estamos experimentando la paz y el gozo de saber que hemos ganado un intercesor en el cielo y el constatar el gran legado que su valiosísimo pontificado ha dejado en tantos millones de hombres y mujeres a lo ancho y largo del mundo. Ese mundo que casi hasta en los últimos momentos estuvo recorriendo como misionero de la Buena Nueva de Cristo.

 

            Contemplamos al Testigo de la Esperanza que nos ha enseZado no sólo con sus múltiples documentos y discursos, sino con su propio ejemplo, el valor del sufrimiento humano, el valor de la ancianidad y la dignidad del enfermo, el valor de la vida humana, en contra de las ideas de la cultura de la muerte que domina frecuentemente nuestra sociedad pagana donde fácilmente se llega a situaciones tan penosas como la de Terri Schiavo.

 

            Juan Pablo II en su libro Cruzando el Umbral de la Esperanza nos ofrece sólidos fundamentos para renovar y robustecer nuestra fe en la vida eterna y así alimentar nuestra esperanza. Por eso siempre repetía: “No tengan miedo”. Su fundamento, su roca, su certeza y fortaleza era la fe en Cristo, y su gloriosa resurrección, que nos abre a la vida eterna.

 

            El testimonio del Papa amado que ha partido en su último viaje, nos llama a ser también nosotros testigos de la esperanza. Y, ¿quién mejor que ustedes, hermanos y hermanas de Betania, que han pasado por la escuela del dolor irreparable de la perdida de un hijo o una hija para poder testificar dicha esperanza? Siempre es duro y siempre tenemos que renovarnos y alimentar la fe que produce la esperanza, pero ustedes como el Papa, como Cristo, como María Dolorosa tienen el privilegio de saber de dolor, de saber de pérdida y de saber creer en la sequedad y la sombra, saber  confiar y esperar en medio de la duda y la desesperanza. Que bendicion tan grande tiene que tener el Senor para ustedes. Thomas Merton decia que el amor puro y la oracion son aprendidos en la hora cuando la oracion ha venido a ser imposible y el corazon se ha hecho como roca. Parece una paradoja, pero es cierto. Volvemos con la mezcla de ingredientes. Asi como el Pregon pascual canta  Feliz culpa que nos merecio tal Redentor, tambien podemos decir, bendito dolor que nos ha hecho las personas de fe que somos. Ustedes pueden ser testigos de esperanza mas que muchos otros, porque saben creer en la dificultad. Sigan las palabras del Papa, no tengan miedo, no vacilen, no duden. Cristo les ama y sobre todo abraza y ama eternamente a sus hijos que ya nos han precidido en el viaje que el papa ha emprendido.

 

Con el carino de siempre vaya mi bendicion pascual,

 

P.Eduardo Jimenez

Director del Ministerio Familiar