Ministerio BETANIA Octubre 2005
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DEL DICHO AL HECHO ..
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Los “consoladores profesionales”, para quienes su oficio resulta tan fácil, suelen tener buenas
intenciones, aunque con ellas suelen arruinarlo todo. En el velorio de un hombre que había muerto a causa del sida, oí cómo
una prima de la madre pretendía consolarla diciéndole: “Hija, acepta la voluntad de Dios, que le mandó esa enfermedad
a causa de la vida que llevaba.” ¡Qué oportuna y qué religiosa, verdad?! ¡Y qué decir del concepto que de Dios tenía
esa seZora!
Los “consoladores profesionnales” tienen sus antecedentes en aquellos personajes que aparecen en
el libro de Job en el Antiguo Testamento. Me refiero a los amigos de Job. En aquel entonces no se tenía el concepto que tenemos
hoy de premio en la vida eterna. Los bienes se recibían aquí en la tierra. Quien los recibía era considerado amigo de Dios
que se los daba porque no era pecador. Lo frustrante para Job es que él era un hombre justo que no había hecho nada malo.
Los amigos de Job llegan con sus juicios preconcebidos reafirmando que si Job sufre es porque ha pecado. Los visitantes en
lugar de ponerse ante Dios del lado de Job y tratar de entrar en el sufrimiento tal como él lo vive, se sitúan de antemano contra Job, y se atribuyen el derecho de hablar en nombre de Dios. “Máximas de cenizas,
respuestas de barro, le replica Job; no hacen más que usar mentiras y son unos matasanos. Ojalá se callaran todos y demostraran
que son sabios.” (Job 13, 12ss).
Los solidarios son aquellos que saben “sufrir con, padecer con”. Compadecerse está bien, pero no
es la palabra más apropiada, suena a lástima. La lástima humilla, y es en muchas ocasiones una mentira solapada porque en
el fondo es la creencia de que somos mejores que aquel o aquella por quien sentimos lástima.
Estoy seguro que ustedes, mis queridos hermanos y hermanas de Betania, que han sufrido el doloroso golpe
de la pérdida de un hijo, de una hija, saben de sobra cuán importante es saber ser “solidario”, en lugar
de “consolador profesional”. Nadie sabe lo que se siente hasta que no pasa por ello. Pero, al menos, si
no se ha tenido esa experiencia hay que tratar de ponerse amorosamente en el lugar de aquel, de aquella que está experimentando
el dolor de la pérdida.
. La
Asunción de María es otro faro luminoso de esperanza y consuelo para todos los padres y madres que como Para
nosotros, los que creemos en la resurrección de Jesucristo puede resultar fácil encontrar una respuesta que dé sentido al
problema del mal y del sufrimiento en el mundo. Pero cuando la respuesta es una necesidada un sufrimiento personal o familiar,
cuando no se trata de “los otros” o “del mundo” la cosa cambia y es allí donde Cristo quiere venir
a ser vida en nuestra vida y quiere que los hermanos y hermanas nos comuniquen esa vida amorosa que Él siempre tiene disponible. Que todos podamos dar y
recibir siempre esa solidaridad cristiana que Jesús nos enseZa y que podamos
así dentro del misterio del dolor encontrar para nosotros, y ofrecer a otros, un poco de luz y sentido en ese misterio donde
Cristo quiere ser la respuesta definitiva. Con mis sinceras bendiciones |