Mayo, mes de las flores y mes de María, nos trae también la hermosísima celebración de las madres. Es imperativo pues, tener un recuerdo muy especial, una mención amorosa y considerada al ser más sublime creado por Dios, que participando del misterio creador, nos ha dado la vida, el sustento, protección y educación y lo más importante: el amor materno, que es lo más parecido al amor de Dios.

        Si todo esto es cierto, mucho más lo es y de forma especial, el homenaje que merecen ustedes, mis queridas mamas de Betania. Madres que han perdido un fruto de su ser: un hijo. En estos días mientras buscaba y leía materiales e ideas para escribir este artículo, me encontré un titular que me llamó poderosamente la atención: AMadres huérfanas@, refiriéndose a madres que habían pérdido un hijo. Me pareció interesante, porque como hijo que ya perdió a su madre, puedo entender la ausencia y el vacío que esa realidad deja en uno, y al aplicar el mismo concepto a ustedes que han perdido un hijo, puedo entender mejor el sentido de orfandad presente en su dolor de madres. Madres de Betania: “Huérfanas a la Inversa”.  El dolor de la madre que pierde al hijo y el del hijo que pierde a la madre juntos en un solo corazón de proyección eterna.

        Ustedes, madres de Betania, tienen un ejemplo poderoso y elocuente en la Madre de Nuestro Señor y de todos nosotros, María Santísima. Ella, que tuvo en su seno a Jesús, que lo cuidó, alimentó, amó, hasta el final. Ella presente y perseverante al pie de la cruz, cuando se imponían las tinieblas y todos abandonaban a su Hijo, ve ahora como el fruto de sus entrañas es crucificado y muere en la cruz. Ella recibe de su Hijo amado el testamento de ser madre de todos nosotros, de ser madre de la Iglesia, cuando dice: AMujer ahí tienes a tu hijo@ - refiriéndose a Juan. Y a continuación dice al discípulo amado:@Ahí tienes a tu madre@(Jn 19, 25-27). Sí, María supo muy bien lo que es el dolor de perder un hijo. Pero también experimentó el gozo inmenso de la resurrección de ese Hijo que es cabeza de todos los hijos que han muerto, que es primicia para la vida eterna de todos aquellos que no se han perdido y viven en El. Ahí descansa el gran consuelo y la gran esperanza de las madres heroicas de Betania.  Ustedes, son de modo muy especial herederas de las bienaventuranzas: ABienaventurados los que sufren, porque serán consolados@(Mt 5,5).