Ministerio BETANIA

NOVIEMBRE 2007













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AÑO  VIII  NUMERO 8            
















                        

                                Adviento y Navidad

 

 

 

Con la fiesta de Cristo Rey el próximo domingo daremos fin al año litúrgico 2006-2007. El  Domingo siguiente a esta celebración comenzará el Tiempo de Adviento y con un nuevo año litúrgico. Adviento significa venida. Este tiempo nos prepara para la venida del Señor. La venida de Cristo al mundo se realiza en un triple plan:  Pasado: venida histórica a Palestina, Presente: venida sacramental hoy, Futuro: venida gloriosa al fin del mundo.

 

Cristo está viniendo hoy y aquí, a nosotros, dentro de nosotros.  Mediante el don de su palabra y de la eucaristía, Cristo se graba en nosotros. Nos hace su cuerpo. Su venida gloriosa al final de los tiempos no será otra cosa que la revelación de las venidas que ahora realiza en nosotros. Hay continuidad real entre su venida actual y su venida gloriosa. Exactamente igual como la semilla se prolonga en el fruto. Esta es la verdad de fe más grandiosa. Quien quiera encontrarse con el Cristo viviente, debe penetrar en el misterio de su presencia, a través de la liturgia. Es necesario que el cristiano tenga mirada interior. El adviento es radicalmente cercanía y presencia del Señor.

 

Somos llamados a participar activamente como testigos de este tiempo de gracia. Para ello tenemos la guía y ejemplo de los “Grandes Testigos del Adviento”.  Son tres:  El profeta Isaías, Juan el Bautista y la Virgen María. Isaías anuncia como será el Mesías que vendrá. Sacude la conciencia del pueblo para crear en él actitud de espera. Exige pureza de corazón. Juan el Bautista señala quien es el Mesías, que ya ha venido. El mismo es modelo de austeridad y de ardiente espera. Maria es la figura clave del adviento. En ella culmina la espera de Israel. Es la más fiel acogedora de la palabra hecha carne. La recibe en su seno y en su corazón. Ella le prestó su vida y su sangre. Ella hizo posible la primera navidad y es modelo y cauce para todas las venidas de Dios a los hombres. María, por su fidelidad es modelo y madre de la Iglesia.

 

Queridos hermano/as de Betania, en la situación particular de ustedes, es importante tratar de vivir las actitudes fundamentales del Adviento. Estas son:

 

Espera. El mundo necesita de Dios. La humanidad está desencantada y desamparada.

Las aspiraciones modernas de paz y de dicha, de unidad, de comunidad, son terrenos preparados para la Buena Nueva. El Adviento nos ayuda a comprender mejor el corazón del hombre y su tendencia insaciable de felicidad.

 

 

El retorno a Dios.  La experiencia de frustración, de contingencia, de ambigűedad, de cautividad, de pérdida de la libertad exterior e interior de los hombres de hoy, puede suscitar la sed de Dios y la necesidad de “subir a Jerúsalen” como lugar de la morada de Dios, según los salmos de este tiempo. La infidelidad a Dios destruye al pueblo. Su fidelidad hace su verdadera historia e identidad. El adviento nos ayuda a conocer mejor a Dios y su amor al mundo. Nos da conocimiento interno de Cristo que siendo rico por nosotros se hace pobre.

 

La conversión.  Con Cristo el reino esta cerca dentro de nosotros. La voz del Bautista es el clamor del adviento:”Preparen el camino al Señor, allanen sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios…” (Is. 40,3-5). El Adviento nos enseña a entender el amor como salida de nosotros mismos y la solidaridad plena con los que sufren.

 

Encuentro personal con Cristo.  Implica reconocer al Señor como el Mesías. Estar convencidos de que Ěl es el que nos trae la libertad integral, que lucha contra el mal y lo puede vencer no por la violencia, sino por el camino de una entrega de amor.

 

Gozo y Alegría.  El reino de Cristo no es solo algo social y externo, sino interior y profundo. La venida del Mesías constituye el anuncio del gran gozo para el pueblo, de una alegría que conmueve hasta los mismo cielos cuando el pecador se arrepiente. El adviento nos enseña a conocer que Cristo , y su pascua, es la fiesta segura y definitiva de la nueva humanidad.

 

Que el Espíritu Santo les guíe durante este Adviento en la preparación profunda de la Santa Navidad y que el Niño Dios les colme de sus bendiciones para estas fiestas y el próximo año 2008.

 

Con mi cariño y bendición,
















P.Eduardo Jimenez

Director del Ministerio de Familia