Ministerio BETANIA

MAYO 2009













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Pascua: Reto y consuelo esperanzador
















La primera linea de este artículo quiero que sea una muy profunda y afectuosa felicitación pascual. !Feliz Pascua de Resurrección!. Como reza el título de hoy, la Pascua es un reto y a la par es un consuelo esperanzador. Es reto, porque nos llama a creer en Jesús vencedor de la muerte aun sin haber visto. “Dichosos los que crean sin haber visto”( Jn 20,19-31). Es reto porque la fe no es un verbo pasivo, sino activo, no basta con creer en la existencia de Dios, sino en comprometernos a amarle y seguirle, precisamente porque hemos tomado consciencia de que El merece nuestro amor y gratitud, nuestro respeto, confianza y fidelidad. Es compromiso a continuar la obra de Cristo en el mundo, edificar su reino de amor y salvación. Eso conyeva ser testigos de la resurrección, dar testimonio a todos los que nos rodean de que Cristo vive, está presente entre nosotros y nos sigue ofreciendo su amor y salvación.

 

Pero de nuevo –y valga la redundancia- para dar testimonio,  tenemos que tener fe. Fe en el resucitado. La Fe es don y es algo que tenemos que cuidar, proteger y alimentar, especialmente con la oración. En ese contexto la Pascua es consuelo esperanzador, porque sabemos que la vida no termina aquí, que la Victoria de Cristo nos bendice y alcanza a todos, y en eso están muy involucrados esos seres queridos que ya no están con nosotros, los hijos. Ellos viven en Cristo y por Cristo y nosotros estamos unidos a ellos en la comunión amorosa fruto de nuestra fe pascual.

 

Thomas Merton en una ocasión afirmó que el amor y oración puros se aprenden en la hora en que esa oración se ha vuelto imposible y el corazón se ha convertido en una roca. En otras palabras, en la experiencia de María al pie de la cruz, contemplando al fruto de su vientre crucificado, en esa experiancia de la pérdida de un hijo, se aprende lo más sublime del amor y lo más profundo de la oración.

 

Viviendo en Cristo Resucitado, podemos recuperar nuestra vida, nuestro consuelo, nuestra paz, sin perdernos en la depresión, sino ascendiendo a esa transfiguración que El espera de nosotros. En Cristo resucitado descubrimos la fuente de la verdadera libertad, la que consiste en amar a Dios sobre todas las cosas. El se convierte en el hombre perfecto y en el toda nuestra experiencia es conducida a Dios. (Jean Laplace, S.J.,Diez dias de ejercicios, Guía para una experiencia de la vida en el Espíritu, Edit Salterrae, Santander, 1987, pag 153).

 

En este mes de Mayo, mes de María, ella nos conduce de la mano con Cristo Resucitado, enseñandonos a profundizar en nuestra fe pascual preparándonos a la venida del Espíritu Santo en Pentecostés. Así como la Cuaresma nos preparó a la Pascua, la Pascua nos prepara a Pentecostés y María, Reina de los Apóstoles, Auxilio de los Cristianos, nos enseña a creer, nos enseña a orar, nos enseña a procesar en clave cristiana el dolor de la pérdida de un hijo. El Papa Juan XXIII solía decir que el rosario es el evangelio de los pobres. Oremos y meditemos con el Santo Rosario, pidiéndole a María que profundizando en nuestra fe pascual, nos abramos cada día más al don sublime del Santo Espíritu, allí podemos encontrar la fuerza que supera todo dolor y alienta toda esperanza. Me permito también sugerirles algo que puede ayudar nuestra vida de oración. Tomen por ejemplo, el Salmo 23: “El Señor es mi pastor nada me falta”, y después de meditarlo en silencio y lentamente, tomen papel y lápiz y escriban su  propio salmo, el mismo, pero reflejando su propia vida, sentimientos y experiencia, escribanlo, orenlo y compartanlo intimamente con Cristo y su Madre. Seguramente hallarán una inmensa paz y consuelo.

 

Que el Señor les llene de la gracia de su Pascua.

Les bendice con el mismo cariño de siempre,

su hermano en Cristo,

 

 

 

P.Eduardo R.Jimenez

Director del Ministerio de Familia
















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